Declaración de la Directora Ejecutiva de UNODC con motivo del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas

 

Viena, 26 de junio de 2020 (Naciones Unidas). Saber más, cuidar más. Abordar el problema mundial de las drogas requiere respuestas basadas en hechos, solidaridad y compasión.

A nivel mundial, cerca de 35.6 millones de personas padecen algún trastorno asociado al uso de drogas, de acuerdo con el Informe Mundial de Drogas 2020 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés).

Alrededor de 269 millones de personas consumieron drogas en el año 2018, un aumento del 30 % con respecto a 2009. Si bien este incremento es reflejo del crecimiento demográfico y otros factores, las drogas ilícitas –incluyendo opiáceos, opioides farmacéuticos, cocaína y metanfetamina– están aún más disponibles, son más diversas y más potentes que antes, lo que dificulta la aplicación de la ley, plantea mayores riesgos para la salud, y obstaculiza los esfuerzos para prevenir y tratar trastornos asociados al consumo de drogas.

Adolescentes y adultos jóvenes representan la mayor parte de quienes consumen drogas. De los 11 millones de personas que se inyectan drogas, la mitad vive con Hepatitis C y 1.4 millones, con VIH.

Solamente una de cada ocho personas que necesita tratamiento por el uso de drogas, lo recibe. Una de cada tres personas que consume drogas es mujer, pero las mujeres representan solamente una de cada cinco personas en tratamiento.

Personas privadas de la libertad, minorías, migrantes y personas desplazadas también enfrentan obstáculos adicionales para recibir tratamiento debido a la discriminación y el estigma.

585 mil personas murieron en el año 2017 por consumo de drogas, un cuarto más que en 2008. En la última década, el número total de muertes asociadas a trastornos por consumo de opioides subió 71 %, con un aumento de 92 % entre las mujeres, en comparación con el 63 % entre los hombres.

En todo el mundo vemos que los riesgos y consecuencias del uso de drogas han empeorado a causa de la pobreza, las oportunidades educativas y laborales limitadas, el estigma y la exclusión social, lo que a su vez agudiza las desigualdades y nos aleja de nuestra meta de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La crisis por la COVID-19 ha intensificado aún más estos desafíos, abrumando los sistemas de salud y exponiendo la fragilidad de las instituciones y las redes de seguridad social.

El tema del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas de este año, “Mejor conocimiento para un mejor cuidado”, subraya la necesidad de comprender las dinámicas alrededor del consumo de drogas que atrapa a tantos millones de personas en una espiral descendente; de informar sobre soluciones equilibradas basadas en la evidencia científica; de conocer mejor cuáles son los problemas; y de proporcionar una mejor atención a quien lo necesita.

Abordar el consumo de drogas y padecimientos relacionados desde un enfoque centrado en la salud, basado en los derechos y sensible a las cuestiones de género nos permite proveer mejores servicios de salud pública. Necesitamos hacer más para compartir este aprendizaje y apoyar su implementación, principalmente en países en desarrollo.

Los gobiernos se comprometieron a promover ese tipo de respuestas equilibradas, integrales y basadas en datos científicos en la “Declaración Ministerial de 2019” de la Comisión de Estupefacientes.

Para la recuperación tras la COVID-19, necesitamos que todos los países actúen de acuerdo con sus compromisos y muestren una responsabilidad compartida para hacer frente a la oferta de drogas ilícitas y reducir su demanda.

Necesitamos que la sociedad civil y las organizaciones juveniles continúen con sus esfuerzos para apoyar a quienes son vulnerables en sus comunidades.

En conjunto, podemos buscar una prevención y protección más efectivas, para construir resiliencia que nos permita regresar mejores y más fuertes, y no dejar a nadie atrás.