Día Nacional por la dignidad de las mujeres víctimas de violencia sexual 

Bogotá D.C., 25 de mayo de 2018. Hoy por cuarto año consecutivo en Colombia, ONU Mujeres se suma a la ciudadanía, instituciones y al movimiento #NoEsHoraDeCallar para dignificar a todas las mujeres y niñas víctimas de violencia sexual, expresión extrema de la discriminación y violencia contra las mujeres, en el marco del Día Nacional por la dignidad de las mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado, establecido en 2014 por el Decreto 1480 de la Ley de Víctimas.

En ese sentido las Naciones Unidas declaran la violencia contra las mujeres y niñas como la más extendida violación de derechos humanos y uno de los principales obstáculos para el desarrollo y la paz sostenibles. El silencio, la tolerancia social y la impunidad son el caldo de cultivo que perpetúa la violencia de género, afectando a las mujeres, pero también al conjunto de la sociedad.

La memoria construida sobre los testimonios de las miles de colombianas víctimas de este flagelo ha impulsado acciones para que cese la violencia de género contra las mujeres, niñas y adolescentes en el conflicto armado y fuera de él, y para que lo que les ocurrió no siga sucediendo y no vuelva a suceder. Las mujeres que han roto el silencio con valentía hoy dan voz a quienes no la tienen aún y a quienes aún buscan justicia. Queremos hacer un reconocimiento a las luchas de las mujeres víctimas.

Colombia cuenta con un marco jurídico para hacer frente a la violencia sexual y para garantizar los derechos de quienes han sido víctimas. El acuerdo de paz, emblema en el mundo, incluye previsiones reforzadas para investigar y sancionar la violencia sexual durante el conflicto y lograr un país donde las mujeres y niñas disfruten de una vida libre de violencias.

La adopción de estas medidas es el resultado del compromiso de las autoridades colombianas y de los esfuerzos de la sociedad civil, en especial de las organizaciones de mujeres, por exigir mayor visibilidad de la violencia sexual, como paso necesario para su prevención y erradicación como práctica sistemática.

No obstante los avances, aún persiste una brecha entre las normas y la realidad de la vida de las mujeres. El Registro Único de Víctimas reporta 22.439 mujeres víctimas de violencia sexual a lo largo del conflicto armado colombiano. De estas, 413 casos corresponden a hechos ocurridos en 2016 y 244 en 2017.

La Fiscalía General de la Nación por su parte reporta 26.270 denuncias tomadas por violencia sexual dentro y fuera del conflicto armado en 2017 donde solamente en un 17% logró imputación, en un 13% hay acusación y un 5% cuenta con sentencia condenatoria.

Los desafíos son enormes y es nuestra responsabilidad colectiva poner fin a todas las formas de violencia sexual hacia mujeres y niñas:

Primero, urge transformar la cultura de impunidad frente a la violencia sexual, por una cultura que condene -social y judicialmente- a los perpetradores de estos hechos. No hacerlo, contribuye a que esta forma de violencia se normalice y arraigue en mayor medida en las sociedades después del conflicto y permite que incontables mujeres y niñas sigan viviendo bajo la sombra de la discriminación y la violencia. Además, impide avanzar en la reconciliación nacional y en la construcción de una paz sostenible.

Segundo, se requiere que los entes de atención, justicia y reparación den una respuesta centrada en las víctimas, que reconozca y transforme las situaciones de discriminación, marginación y exclusión de las mujeres, que sustenta la violencia sexual e impiden u obstaculizan su acceso a la justicia.

Tercero, necesitamos una fuerte voluntad política, mayores recursos y una acción coordinada. El vínculo entre el empoderamiento político y económico de las mujeres y la protección contra la violencia sexual es la estrategia que permitirá reducir de manera sostenible la ocurrencia de crímenes de violencia sexual relacionados con el conflicto, y que reforzará la cohesión social y la reconstrucción del tejido social en las comunidades afectadas por estos incidentes.

Cuarto, es importante trabajar de la mano gobierno y sociedad civil en la reintegración socioeconómica, la lucha contra el estigma y el énfasis en las poblaciones con mayor  vulnerabilidad, como mujeres y niñas refugiadas, migrantes que viven en entornos de desplazamiento o en áreas rurales remotas, así como también mujeres excombatientes en proceso de reincorporación.

Quinto, la prevención de la violencia debe empezar en una etapa temprana. El sistema educativo y el personal docente está en contacto con niñas y niños y adolescentes y puede transmitir los principios de igualdad, respeto y actitudes no violentas a las generaciones futuras.

La prevención y la eliminación de la violencia sexual -tanto en la guerra como en la paz-  es una prioridad para lograr que la paz sea sostenible, por ello, intensifiquemos los esfuerzos nacionales y locales, incluyendo el financiamiento adecuado para garantizar a todas las mujeres y las niñas su derecho a una vida libre de todo tipo de violencias, terminar con la impunidad y garantizar a las víctimas sus derechos. Nos convoca la búsqueda de verdad, justicia, reparación y no repetición.

ONU Mujeres en Colombia se suma a la conmemoración y reconoce la dignidad de las víctimas de delito que todavía sufren miles de mujeres en Colombia. Seguiremos trabajando para comprometer a todas las instituciones y sectores de la sociedad con la efectiva erradicación de la violencia sexual como condición sine qua non para una paz estable y duradera.

Para mayor información:

La lucha contra la violencia sexual ha quedado en resoluciones, no soluciones

Estrategia de reparación integral a mujeres víctimas de violencia sexual

Reparar lo irreparable