24 de abril de 2020 - La pandemia del COVID19 es un trágico recordatorio de lo profundamente conectados que estamos. El virus no conoce fronteras y es un desafío global por excelencia. Combatirlo requiere que trabajemos juntos como una familia humana.
Debemos hacer todo lo posible para salvar vidas y mitigar la devastación económica y social. Resulta crucial que aprendamos lecciones sobre las vulnerabilidades y desigualdades que el virus ha revelado y que fomentemos las inversiones en educación, sistemas de salud, protección social y resiliencia.
Se trata del mayor desafío internacional desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ya antes de esta prueba el mundo se enfrentaba a otros profundos peligros transnacionales – el cambio climático, sobre todo.
El multilateralismo no es sólo cuestión de hacer frente a amenazas compartidas; se trata de aprovechar oportunidades comunes. Ahora tenemos la oportunidad de construir de nuevo y hacerlo mejor que en el pasado, con el objetivo de lograr economías y sociedades inclusivas y sostenibles.
No basta con proclamar las virtudes del multilateralismo; debemos seguir mostrando su valor agregado. La cooperación internacional debe adaptarse a los nuevos tiempos.
Necesitamos una red de multilateralismo que refuerce la coordinación entre todas las organizaciones mundiales, con instituciones regionales capaces de hacer contribuciones vitales; y un multilateralismo inclusivo, basado en una profunda interacción con la sociedad civil, las empresas, las autoridades locales y regionales y otros sectores interesados... donde la voz de la juventud sea decisiva para dar forma a nuestro futuro.
En este momento clave para la cooperación internacional, y en el 75º aniversario de las Naciones Unidas, esforcémonos por hacer realidad la visión de los fundadores de un futuro próspero, equitativo, pacífico y sostenible para todos.
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