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The United Nations Approach to Drug Demand Reduction

The problem of drug abuse and illicit drug trafficking is one which has devastating consequences on all sectors of all countries worldwide. It causes adverse effects on health; an upsurge in crime, violence and corruption; the draining of human, natural and financial resources that might otherwise be used for social and economic development; the destruction of individuals, families and communities; and the undermining of political, cultural, social and economic structures.

A rapidly changing social and economic climate, coupled with increased availability and promotion of drugs and the demand for them, have contributed to the increasing magnitude of the global drug abuse problem. The complexity of the problem has been compounded by changing patterns of drug abuse, supply and distribution. There has been an increase in social and economic factors which make people, especially youth, more vulnerable and likely to engage in drug use and drug-related risk-taking behaviour. Therefore, i n order to efficiently address this problem, drug demand reduction policies and programmes should be specifically designed to encompass all sectors of society at large. 

The most effective way of tackling the drug problem involves a comprehensive, balanced and coordinated approach, that addresses both supply control and demand reduction, which reinforce each other, together with the appropriate application of the principle of shared responsibility.

Extensive efforts are being carried out by Governments, international organizations, and non-governmental organizations, to suppress the illicit production, trafficking and distribution of drugs. Drug demand reduction programmes should be integrated to: promote cooperation amongst key actors; include a wide variety of appropriate interventions; promote health and social well-being amongst individuals, families and communities; and should also reduce the adverse consequences of drug abuse for the individual and for society at large.

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Enfoque de las Naciones Unidas para la Reducción de la Demanda de Drogas

Todos los países se ven afectados por las consecuencias devastadoras del uso indebido y el tráfico ilícito: los efectos negativos sobre la salud, un aumento de la delincuencia, la violencia y la corrupción, el drenaje de los recursos humanos, naturales y financieros que de otro modo podrían ser utilizados para el desarrollo social y económico, la destrucción de los individuos, las familias y las comunidades, y el debilitamiento de las estructuras políticas, culturales, sociales y económicos.

El consumo de drogas afecta a todos los sectores de la sociedad y de los países en todos los niveles de desarrollo. Por lo tanto, las políticas de reducción de la demanda de drogas y programas deben abordar todos los sectores de la sociedad.

La rápida evolución social y económica, junto con el aumento de la disponibilidad y promoción de medicamentos y la demanda de ellos, han contribuido a la creciente magnitud del problema del abuso de drogas mundial. La complejidad del problema se ha visto agravado por los cambios en los patrones de consumo de drogas, el suministro y la distribución. Se ha producido un aumento de los factores sociales y económicos que hacen a las personas, especialmente los jóvenes, más vulnerables y propensos a involucrarse en el uso de drogas y el comportamiento relacionado con la toma de riesgos.

Grandes esfuerzos han sido y continúan siendo realizados por los gobiernos en todos los niveles para suprimir la producción, el tráfico y distribución de drogas. El método más eficaz para el problema de la droga consiste en un enfoque global, equilibrado y coordinado, que abarque el control de la oferta y la reducción de la demanda se refuercen mutuamente, junto con la aplicación adecuada del principio de responsabilidad compartida. En la actualidad existe la necesidad de intensificar nuestros esfuerzos en la reducción de la demanda y proporcionar los recursos adecuados para ese fin.

Los programas para reducir la demanda de drogas deben ser parte de una estrategia integral de reducción de la demanda de todas las sustancias de abuso. Tales programas deben integrarse para promover la cooperación entre todos los interesados, comprender una amplia variedad de intervenciones apropiadas, promovieran la salud y el bienestar social de los individuos, familias y comunidades y reducir las consecuencias negativas del uso indebido de drogas para el individuo y para la sociedad como un todo.