18 de diciembre de 2020 - En este Día Internacional del Migrante, volvemos la vista atrás a un año marcado por la pandemia de COVID-19, en el que millones y millones de personas han sufrido el dolor de la separación de sus amigos y familiares, la incertidumbre del desempleo y se han visto obligadas a adaptarse a una realidad nueva y desconocida.
Estas son las emociones que sienten quienes migran cada día en todo el mundo.
En este año tan difícil, hemos tomado conciencia también de nuestra dependencia de esas personas que con demasiada frecuencia son invisibles dentro de nuestras comunidades. Las y los migrantes han desempeñado un papel destacado en la primera línea de la respuesta a la crisis, ya sea cuidando a personas enfermas y mayores o asegurando el suministro de alimentos durante los confinamientos, lo que pone de relieve su gran contribución a las sociedades de todo el mundo.
Las personas migrantes son una parte integral de nuestras sociedades y deben desempeñar también un papel central en nuestra recuperación.
Debemos asegurarnos que, independientemente de su estatuto jurídico, las personas migrantes sean incluidas en la respuesta de los países a la pandemia, en particular en los programas de salud y vacunación. Debemos rechazar el discurso de odio y los actos de xenofobia. También debemos encontrar soluciones para quienes han quedado varados, sin ingresos ni estatuto jurídico y sin medios para regresar a su lugar de origen.
En este Día Internacional del Migrante, aprovechemos la oportunidad que nos brinda el proceso de recuperación de la pandemia para aplicar el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, reimaginar la movilidad humana, empoderar a las personas migrantes para que contribuyan a la reactivación de las economías en sus países y en el exterior, y construir sociedades más inclusivas y resistentes.