El uso de drogas ilegales es una actividad cada vez de mayor riesgo. Imagina que eres una persona que consume habitualmente heroína; lo has sido por años y nunca te ha generado una crisis de salud. La consigues en el mismo lugar y utilizas siempre la misma cantidad. Un día, esa misma heroína te provoca dificultad para respirar. Tienes desorientación y confusión; tus labios y uñas se tornan color azul. Estás a punto de morir de sobredosis.
Ahora imagina que nunca has usado una droga ilegal. En una fiesta, un grupo de amigos te incita a probar la cocaína para aminorar los efectos del alcohol. Dividen el polvo blanco en partes iguales y lo inhalan al mismo tiempo. Solamente tú colapsas poco tiempo después y llegas en coma al hospital. Estás a punto de morir de sobredosis.
Las sobredosis descritas no son de heroína ni de cocaína, son de fentanilo, un opioide de origen sintético con una potencia hasta 100 veces mayor a la de la morfina. En la última década, la mezcla de fentanilo con otras drogas se ha convertido en práctica común. En muchos de los casos, quien consume las drogas desconoce que han sido mezcladas con fentanilo. La dosis letal de fentanilo es de 2 miligramos, cantidad indetectable en una dosis común de cualquier droga; cantidad que acabó —por azar— en tu línea de cocaína y no en la de tus amistades.
El uso de drogas ilegales es una actividad cada vez de mayor riesgo. A las sustancias de origen vegetal, como cannabis, cocaína y heroína, se han sumado cientos de sustancias sintéticas como el fentanilo y sus análogos. En los últimos 10 años, países miembros de Naciones Unidas reportaron el hallazgo de más de 1,000 nuevas sustancias psicoactivas en sus mercados nacionales, la mayoría de origen sintético.
La velocidad con la que surgen y cambian las drogas sintéticas hace prácticamente imposible su control por el sistema de fiscalización internacional y complica la prevención y atención de su consumo por parte de las instituciones de salud.
También dificulta su detección y decomiso por parte de las fuerzas del orden, cuyos integrantes también pueden estar expuestos a una sobredosis. La potencia del fentanilo es tal, que una persona puede morir por inhalación accidental en un lugar cerrado donde la droga está dispersa en el aire, como lo es un laboratorio clandestino, en los que los componentes casi nunca tienen etiquetas o señalamientos. Con el uso cada vez más generalizado del sistema de correo para enviar sustancias sintéticas por parte de grupos criminales, miles de personas inocentes entran en contacto con estos paquetes y son puestas en riesgo.
En esta carrera cuesta arriba contra las drogas sintéticas, los gobiernos y la sociedad no vamos desarmados. Contamos con recursos a nivel global para hacer frente a sustancias de alta peligrosidad, mismos que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) ha sistematizado en su “Kit de Herramientas de las Naciones Unidas sobre Drogas Sintéticas” (disponible en: https://syntheticdrugs.unodc.org/syntheticdrugs/es/toolkit.htm).
Entre los 260 recursos y herramientas multidisciplinarias disponibles en español en esta plataforma, se encuentran folletos ilustrados para el manejo seguro y eliminación de una gran variedad de sustancias químicas, así como guías para contrarrestar una sobredosis.
Es responsabilidad de UNODC apoyar a los países a reducir el daño causado por nuevas y viejas sustancias sintéticas. Ninguna persona usuaria de drogas, policía, militar, perito, químico o mensajero debe arriesgar su vida por entrar en contacto con una sustancia letal sin saberlo. Ese es nuestro compromiso.
Kristian Hölge, Representante UNODC México
Artículo publicado en el periódico Reforma: https://reforma.com/UqTAFr