Gracias a la psicología de la conducta, mi formación judicial fue un éxito

Juez Raja Jahnazaib Akhtar 

Además de servir como juez de primera instancia de distrito, Raja Jahnazaib Akhtar trabaja como instructor judicial en la Academia Judicial de Punyab, la Academia Judicial Federal en Islamabad y en la Facultad de Derecho de Pakistán, en Chakwal. Con anterioridad se desempeñó como juez civil principal y como magistrado judicial. Todas las opiniones expresadas en este artículo son únicamente las de la autora como experta externa y no reflejan necesariamente la posición oficial de la UNODC. Esta es una traducción no oficial realizada por Voluntarios de las Naciones Unidas. 

 

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Como juez de tribunal de distrito apasionado por la formación judicial, hace un tiempo descubrí una nueva dimensión en enseñar y, a la par, una confianza en mí mismo que no conocía. A pesar de que llevaba dictando capacitaciones desde hacía varios años en la Academia Judicial de Punyab en Lahore y la Academia Judicial Federal en Islamabad, nunca había intentado capacitar a jueces en conducta y ética judicial. La mera idea de pararme sobre un podio y dar un discurso sobre la ética parecía un desafío inmenso.

Haber participado en un taller de formación de formadores en la sede de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en Viena, bajo los auspicios de la Red Mundial de Integridad Judicial, cambió mi perspectiva y disposición. El taller me proporcionó varias técnicas y metodologías de formación, en base a los varios estilos de aprendizaje abordados por los instructores judiciales. Una vez que finalizamos el tema del papel de los instructores como facilitadores, comencé a meditar sobre la teoría del análisis transaccional. También sentía que entendía mejor las sutiles parcialidades posibles y la dinámica de grupo.  El taller sin duda expandió mi campo de visión y abrió nuevos horizontes para mí con respecto a la formación judicial.

El mayor desafío fue poner en práctica mis conocimientos ya de regreso en Pakistán. Por suerte, la oportunidad llegó cuando el Sr. Director General de la Academia Judicial de Punyab me invitó a dirigir un taller de un día sobre la conducta y ética judiciales para un grupo de jueces practicantes. Había llegado mi momento de cumplir, y me entregué por completo a mi tarea, poniendo en práctica lo que aprendí en Viena sobre las cinco "P" (según sus siglas en inglés): "La planificación adecuada previene una presentación pobre".

El día soñado por fin llegó y di inicio al taller con mi presentación sobre los Principios de Bangalore sobre la Conducta Judicial. Para recordarle a los jueces asistentes sobre los documentos sobre conducta y ética judicial que precedieron a los Principios de Bangalore, cubrí en mi ponencia la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y los Principios Básicos relativos a la Independencia de la Judicatura de las Naciones Unidas. También les hablé sobre el Grupo de Integridad Judicial, la Declaración de Lusaka, la Declaración de Doha y la Red Mundial de Integridad Judicial.  Por último, profundicé sobre los Principios de Bangalore haciendo referencia al "Comentario relativo a los Principios de Bangalore" y su estado.

La Dra. Michelle Austin, directora del equipo sobre formación judicial del Colegio Judicial de Inglaterra y Gales, había señalado durante nuestro taller en Viena que los jueces suelen aprender mejor haciendo. Con eso en mente, dividí a los participantes en seis grupos pequeños, y les asigné un valor de los Principios de Bangalore a cada uno. Se les pidió a los grupos que debatieran sobre el valor que se les asignó, que hicieran una lluvia de ideas y anotasen los aspectos más importantes en tableros de pared. Para optimizar los resultados, también organicé un recorrido por los tableros de los otros grupos, seguido de las presentaciones individuales sobre los valores asignados, sobre los que los otros participantes podían preguntar. Yo contribuía cada tanto cuando era necesario para profundizar un poco más en ciertos puntos y para responder las preguntas de los participantes, Para finalizar el taller, organizamos un debate de casos prácticos sobre cuestiones de ética judicial.

Después, algunos participantes me dieron sus comentarios sobre asuntos varios y quedé satisfecho al notar qué tan bien habían entendido el espíritu de los Principios de Bangalore. Todos aseguraron que había sido una oportunidad de aprendizaje excelente y un contacto provechoso con los Principios de Bangalore, considerados los cimientos de una carrera judicial exitosa. También animé enérgicamente a los jueces participantes a completar el interesante curso a distancia que ofrece la UNODC.

En resumen, fue una capacitación excelente, y creo con firmeza que llevé mi aprendizaje a otro nivel con el taller de formación de formadores de la Red Mundial de Integridad Judicial. A pesar de que antes me había resultado difícil dictar los cursos sobre conducta y ética, el taller de capacitación me permitió dirigir con éxito un taller por mi cuenta. Durante el taller organizado por mi, fui consciente de los diferentes estilos de aprendizajes y en consecuencia diseñé un curso que se ajustaba a cada participante. Había aprendido que la clave para lograr una capacitación exitosa era la interacción e implementé varias estrategias (además de las mencionadas arriba) para captar la atención e implicar a los participantes. Siendo consciente de las dificultades de la dinámica de grupo, también usé técnicas para evitar cualquier distanciamiento, agresión o inhibición. En general, fui capaz de adaptar mi formación, luego de recibir comentarios a través de preguntas a los participantes.

Como instructor, creo que aprendes cada día, y es importante continuar aprendiendo, disfrutar los desafíos y tolerar la ambigüedad. El taller de formación de formadores me dio la oportunidad de aprender y adquirir conocimientos que me ayudaron a ser un formador judicial exitoso. Asimismo, el Manual para instructores sobre conducta y ética judiciales es un documento igual de valioso que resultó ser de gran ayuda para diseñar y dictar mis capacitaciones. Recomiendo encarecidamente que los instructores judiciales aprendan estas diferentes metodologías y técnicas de enseñanza, las cuales pueden ponerse en práctica según las diferentes preferencias de aprendizaje y le otorgan un valor y un color importante a cualquier capacitación, como ocurrió con la mía.