La virtualidad ofrece soluciones alternativas cuando no es posible un contacto directo y personal, sobre todo en la actualidad dadas las condiciones impuestas por la pandemia de COVID-19. Sin embargo, a su vez existen riesgos de que las aparentes ventajas que puede exhibir el sistema virtual, generen una falsa apariencia de comunicación eficaz que construya un consenso sobre la conveniencia de convertir en regla la herramienta excepcional y transitoria de administración virtual de justicia que llevase a una despersonalización del sujeto y una deshumanización del proceso.
Por lo tanto, la pregunta correcta no es sobre las posibilidades de instrumentar esta nueva forma de administrar la justicia penal, sino si ello es deseable en una futura nueva normalidad tras la pandemia.
Dado que el poder judicial es la piedra angular de la ley y el orden, es crucial garantizar un entendimiento común de la ética y el papel que los tribunales desempeñan en la sociedad, así como trabajar para lograr una representación justa y equitativa en el sistema legal. Teniendo esto en cuenta, la UNODC organizó la semana pasada un productivo diálogo de alto nivel para celebrar que el Poder Judicial de Iraq se ha convertido en el lugar de capacitación número 60 comprometido en la implementación de las Herramientas de Formación en Ética Judicial.