Los trastornos por uso de drogas presentan una serie de condiciones multifactoriales que a menudo sigue el curso de una enfermedad crónica con recaídas y remisiones. Dada la carga individual y socioeconómica que imponen dichos trastornos, el tratamiento y la rehabilitación efectivos de los pacientes revisten una importancia significativa para la salud pública.
Según el Informe Mundial sobre Drogas (WDR) de 2022, durante el año pasado, alrededor de 284 millones de personas han consumido drogas, y aproximadamente 38,6 millones sufren trastornos por uso de sustancias (TUS). Sin embargo, solo uno de cada ocho consumidores problemáticos de drogas tiene acceso a los servicios de tratamiento de la drogodependencia.
Esta situación nos indica la brecha que existe en muchos casos para recibir una atención de calidad y oportuna. El tratamiento de los trastornos por uso de sustancias comprende una serie de intervenciones estructuradas y basadas en evidencia científica, cuyo objetivo es detener o reducir el consumo de drogas, mejorar la salud, bienestar y funcionamiento social de los afectados y prevenir daños futuros al disminuir el riesgo de complicaciones o recaídas.
El tratamiento puede tener lugar en servicios de orientación en la comunidad, en establecimientos generales de atención de la salud o ambulatorios especializados, en entornos de hospitalización a corto plazo o a largo plazo y en centros de tratamiento en modalidad residencial.
En cuanto a las buenas prácticas en el área de tratamiento Los mejores resultados se obtienen cuando se dispone de un abordaje integral multidisciplinario, que incluye intervenciones farmacológicas y psicosociales para responder a las diferentes necesidades del paciente.