Este módulo es un recurso para los catedráticos  

 

La corrupción y los sistemas autoritarios

 

Aunque existen más sistemas autoritarios que democráticos en el mundo (consulte el mapa de Freedom House de 2019), la corrupción en sistemas no democráticos recibe considerablemente menos atención por parte de la comunidad académica que la corrupción en sistemas democráticos (Hollyer and Wantchekon, 2011). Debido a las restricciones sobre la libertad de información y prensa, por lo general, resulta difícil recopilar datos sobre problemas relacionados con el Estado de derecho en sistemas no democráticos, y es particularmente difícil capturar con precisión algo tan encubierto como el nivel de corrupción en las autocracias. En regímenes híbridos y autoritarios, la corrupción puede ser tanto una causa como un efecto del poder de sus líderes (Yadav y Mukherjee, 2015).

Los regímenes autoritarios son extremadamente variados y diversos en cuanto a sus sistemas, políticas e ideologías. Estos incluyen monarquías, sistemas militares, sistemas dominados por el clero y regímenes comunistas. Sus objetivos y métodos varían desde la búsqueda de un control totalitario del pensamiento por medio del adoctrinamiento hasta el reconocimiento como una democracia multipartidista a través del uso de elecciones semicompetitivas (Brooker, 2014).

Algunos estudios muestran que el control sobre la generación y distribución de rentas con base en transacciones corruptas es uno de los instrumentos más importantes que los líderes autocráticos utilizan para alcanzar y consolidar su poder entre las élites principales y los electores (Alon y otros, 2016). La poca rendición de cuentas públicas en los regímenes autocráticos genera altos incentivos para desarrollar alianzas con el fin de distribuir rentas a sus 'amiguitos', y los líderes autocráticos tienen fuertes incentivos para comprometerse en actos corruptos (Bueno de Mesquita y otros, 2003; Yadav y Mukherjee, 2015).

Sin embargo, el nivel y la dinámica de corrupción varían substancialmente entre los regímenes autoritarios y dependen de políticas internas complejas (Zaloznaya, 2015). Aunque existen democracias con altos niveles de corrupción, también existen regímenes no democráticos con relativamente bajos niveles de corrupción. Las élites gobernantes de muchos regímenes autoritarios, incluidos los estados autoritarios unipartidistas y las dictaduras militares, han tomado medidas concretas contra la corrupción que fueron públicamente elogiadas por el Banco Mundial ( Kukutschka, 2018). Algunos países autoritarios han tenido éxito en luchar contra la corrupción (algunos ejemplos se discuten en Kukutschka, 2018). Los determinantes clave para el éxito de los esfuerzos de lucha contra la corrupción son la voluntad política y la sostenibilidad de esos esfuerzos. La voluntad política se expresa, por lo general, introduciendo e implementando las reformas relevantes en áreas como la gestión del financiamiento público, así como estableciendo organismos de lucha contra la corrupción independientes o iniciando políticas de «cero tolerancia».

Kukutschka (2018, págs. 6-7) examina a detalle las diferentes razones por las que los gobernantes autoritarios colaboran con las estrategias de lucha contra la corrupción. A continuación, se presentará un resumen de su análisis. Las dos variables principales que determinan si los gobernantes autoritarios colaboran con las reformas para la lucha contra la corrupción son: 1) la necesidad de asegurar la supervivencia del régimen y 2) la naturaleza de la coalición gobernante.

Por ejemplo, Chang y Golden (2010) demostraron que el horizonte temporal de un líder autocrático (esto es, el corto o largo periodo durante el cual el gobernante espera mantenerse en el poder) y la naturaleza de la coalición gobernante explican los diferentes niveles de corrupción entre las autocracias. Por lo general, los regímenes que se mantienen en el poder por un corto periodo suelen ser más corruptos, aunque existen excepciones notables. En cuanto a la naturaleza de la coalición gobernante, Chang y Golden muestran que los regímenes personalistas (p. ej., las dictaduras hereditarias o familiares) y los regímenes híbridos personalistas suelen ser más corruptos que los regímenes unipartidistas y los militares. Del mismo modo, Fisman y Golden (2017) afirman que los regímenes unipartidistas son ligeramente menos corruptos que los regímenes militares personalistas. Sin embargo, entre los diferentes tipos de regímenes no democráticos, las monarquías se perciben como las menos corruptas ( Kukutschka, 2018). Se cree que los monarcas podrían tener más incentivos para controlar la corrupción a fin de mantener una buena reputación y asegurar la supervivencia del régimen para sus descendientes (Fisman y Golden 2017). La discusión aquí ilustra algunas de las maneras en las que la corrupción se manifiesta y cómo sus efectos varían según el régimen político y el contexto.

Muchos países autocráticos que mantienen controlada la corrupción a niveles satisfactorios comparten la característica de tener altos niveles de desarrollo humano y un eficiente control estatal (Pring y Vrushi, 2019; Kukutschka, 2018). Este progreso depende completamente de la continua buena voluntad de un reducido círculo de personas encargadas de tomar decisiones y no de las características del sistema político (Sutton, 2017). Sin embargo, los ciudadanos comunes de estos Estados carecen de recursos, canales e instituciones, como la libertad de prensa o sistemas judiciales imparciales, que les permitan formar parte de la lucha contra la corrupción y asegurar que las medidas anticorrupción se apliquen de manera justa y eficaz. Dada la debilidad de los sistemas jurídicos o la falta de medios de comunicación independientes y de organismos de supervisión, es posible que los ciudadanos no tengan a nadie que proteja sus intereses y los defienda (Yadav y Mukherjee, 2015). Para una discusión más detallada acerca de los riesgos y las limitaciones de los ciudadanos y la participación de los medios en los esfuerzos de lucha contra la corrupción en regímenes no democráticos, consulte el Módulo 10 de la serie de módulos universitarios de E4J sobre Lucha contra la Corrupción y el Módulo 10 de la serie de módulos universitarios de E4J sobre Integridad y Ética. Para una discusión relacionada sobre el papel de los medios de comunicación en la configuración de las narrativas sobre la corrupción, consulte Cheng (2017).

Cabe mencionar que, aunque se implementen medidas de lucha contra la corrupción en sistemas no democráticos, la corrupción no necesariamente será erradicada (como en el caso de las democracias o los regímenes híbridos). Si bien algunas autocracias han logrado controlar la corrupción en pequeña escala y la corrupción burocrática, las formas de corrupción que benefician a la élite gobernante tienden a permanecer iguales ( Kukutschka, 2018). Asimismo, los especialistas en ciencias políticas aún no comprenden por completo el alcance, las dinámicas, el desempeño y el diseño de políticas en los sistemas autoritarios. Al final, esto depende de las condiciones políticas, económicas y sociales, así como de las exigencias de lucha contra la corrupción planteadas por actores e instituciones sociales clave que incentivan a los líderes autoritarios a estar atentos a estas exigencias que conducirán a la reducción de los niveles de corrupción en estos países (Yadav y Mukherjee, 2015).

 
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