Este módulo es un recurso para los catedráticos 

 

¿Por qué tenemos tan poca información sobre el género en la delincuencia organizada?

 

Quizás se pregunta usted: ¿por qué nunca he escuchado sobre el género y la delincuencia organizada? Una respuesta es que la delincuencia organizada es clandestina, oculta y debe permanecer de esa forma para tener éxito. Los criminales siempre buscan evitar que sus actividades sean detectadas por las fuerzas del orden, así como por otros competidores o cualquiera que pueda descubrirlos o desmantelarlos (consulte el Módulo 5 sobre este tema). Estos factores han resultado en que los investigadores tengan acceso o habilidad limitada para conducir un trabajo empírico sobre la delincuencia organizada y para comprender completamente el rol del género en la delincuencia organizada.

Teniendo esto en cuenta, no nos debería sorprender que las investigaciones empíricas y basadas en pruebas sobre la delincuencia organizada sean limitadas. La representación excesiva de investigadores hombres en los estudios sobre la delincuencia organizada realizada en varios países también le ha dado forma a la agenda. Por ejemplo, la mayoría de los estudios sobre la delincuencia organizada se centra en las experiencias de los hombres y tienden a explorar sus roles como líderes o jefes (piense en los distintos informes sobre El Chapo, Pablo Escobar, Toto Riina, Al Capone o los numerosos mafiosos del pasado). Mucho menos frecuentes son los trabajos acerca de las experiencias de los hombres que han realizado tareas que se consideran menos importantes, carismáticas o visibles, como es el caso de las experiencias de las mujeres. Si se encuentran presentes, se representa a las mujeres principalmente según sus relaciones con los hombres, en otras palabras, principalmente como sus intereses románticos (consulte Sanchez, 2016). Las etnografías que exploran las experiencias y las perspectivas de las mujeres desde un punto de vista distinto son muy limitadas. Además, la percepción de las actividades delictivas y los lugares así de peligrosos también puede limitar el acceso que las investigadoras tienen para estudiar las prácticas delictivas, debido a que su integridad o seguridad podría correr peligro. Sin embargo, el temor a los posibles riesgos que las estudiosas puedan enfrentar también restringe la participación y las perspectivas de las mujeres en los estudios sobre la delincuencia organizada, que en varios países continúa siendo un campo característicamente dominado por los hombres.

Desde luego, también existe el rol que desempeñan los medios de comunicación en la forma que pensamos del género. El público disfruta de las historias de la delincuencia organizada, pese a que a menudo ofrecen suposiciones estereotipadas sobre las personas que son parte de los mercados delictivos. Aunque varias de estas películas, programas de televisión o documentales son realmente entretenidos, también es importante ser consciente de los mensajes que estas representaciones transmiten y encontrar la manera de relacionarse con ellas de manera crítica.

Los contextos y el financiamiento político también tienen un papel importante en los temas que se estudian, y en la manera en que se incluyen en las políticas y la práctica. Un buen ejemplo es la investigación sobre las pandillas, que se basa en gran medida en la información reunida por los sistemas de justicia penal y, en particular, las investigaciones de las fuerzas del orden. Para las fuerzas del orden, las pandillas constituyen serias amenazas a la seguridad y son una de las prioridades más importantes para los organismos encargados de la aplicación de la ley. Los organismos de todo el mundo utilizan importantes recursos humanos y financieros para identificar, combatir y erradicar la actividad de las pandillas. La mayor parte de este esfuerzo se ha centrado en la identificación, la documentación de las formas de violencia entre pandillas y el desarrollo de iniciativas que tienen el objetivo de controlarlas y desmantelarlas. Con los años, el fenómeno de las pandillas se ha comprendido principalmente como una actividad de hombres y se ha investigado como tal. Ante la abrumadora violencia que a menudo caracteriza al mundo de las pandillas, es muy fácil ignorar a las mujeres que también se encuentran atrapadas en este entorno inseguro e inestable, aun cuando, alrededor del mundo, las mujeres también participan y forman sus propias pandillas (Miller, 2001). En conjunto, estos factores han hecho que las experiencias de las mujeres con las pandillas y dentro de ellas, al igual que sus experiencias con el sistema de justicia penal, sean poco estudiadas. 

 
Siguiente: El género y la delincuencia organizada
Volver al inicio