Este módulo es un recurso para los catedráticos 

 

Hacktivismo

 

La tecnología de la información y la comunicación se ha utilizado en campañas para el cambio social o político (es decir, el activismo en línea). Este tipo de campañas han implicado la firma de peticiones en línea, campañas de etiquetas, la creación de un sitio web de campaña, el reclutamiento de voluntarios, la obtención de fondos de miembros y simpatizantes y organización y la planificación de protestas fuera de internet (Denning, 2001; Maras, 2016). Sin embargo, hay personas y grupos que han considerado que estos métodos son insuficientes para llamar la atención sobre su causa y han recurrido, en cambio, a estrategias que afectan directamente el funcionamiento o la accesibilidad de los sitios web y los servicios en línea como medio de protesta política (es decir, hacktivistas) (Maras, 2016).

Si bien no existe una definición universalmente aceptada de hacktivismo, se ha descrito como el acceso intencional a sistemas, sitios web o datos sin autorización o habiendo excedido el acceso autorizado; o la interferencia intencional con el funcionamiento o la accesibilidad de sistemas, sitios web y datos sin autorización o habiendo excedido el acceso autorizado, con el fin de efectuar un cambio social o político (Maras, 2016). Las opiniones sobre la legitimidad del hacktivismo como forma de protesta política legítima varían (Morozov, 2011; Sauter, 2014; Himma, 2005; Hampson, 2012). Por ejemplo, las sentadas virtuales, que están diseñadas para imitar los ataques distribuidos de denegación de servicio (ataques DDoS, por sus siglas en inglés; definidos y discutidos en Delitos Cibernéticos Módulo 2: Tipos Generales de Delitos Cibernéticos) pero que no implican dispositivos digitales infectados por programas maliciosos (es decir, computadoras zombis) dirigidos a un sitio web, han sido descritos por algunos como una forma de protesta política (Hampson, 2012). Las sentadas (o bloqueos) virtuales implican una acción colectiva en la que «miles de activistas visitan simultáneamente un sitio web e intentan generar tanto tráfico en el sitio que otros usuarios no pueden llegar a él» (Denning, 2001), por ejemplo, mediante un colectivo de personas que presionan simultáneamente y de forma continua el botón de actualización cuando acceden a un sitio web. Dichas sentadas virtuales han sido descritas como el acceso autorizado a un sitio web, pero accediendo a ese sitio web numerosas veces de forma repetida. Dicho acceso repetido y frecuente se produce a una escala que impide el acceso al sitio web por parte de otros usuarios (Goodin, 2010). 

Existen numerosos grupos hacktivistas con diversas agendas sociales y políticas. Los delitos cibernéticos que los hacktivistas han cometido incluyen la deformación de sitios web, redireccionamientos de sitios web, ataques de denegación de servicio (DoS) o ataques distribuidos de denegación de servicio (DDoS), distribución de programas maliciosos, robo y divulgación de datos y sabotaje (Li, 2013; Maras, 2016). Todas estas tácticas implican el acceso no autorizado a los sistemas, sitios web o datos de los objetivos. En Uganda, por ejemplo, los sitios web del Parlamento de Uganda y de la Autoridad de Inversiones de Uganda fueron desfigurados por hacktivistas, quienes colocaron una esvástica nazi y una foto de Adolf Hitler en el primero y sustituyeron algunos textos de la página web de la segunda por una imagen de un payaso que daba miedo (Solomon, 2017). Además, cuando las compañías de tarjetas de crédito Visa, Mastercard y otras (p. ej., Amazon y PayPal) retiraron sus servicios o bloquearon las donaciones a WikiLeaks después de que la organización publicara los mensajes diplomáticos de los Estados Unidos, Anonymous (un conocido colectivo hacktivista mundial) lanzó ataques DDoS contra los sitios web de estas compañías (Operación Payback) (Halliday y Arthur, 2013; Ngak, 2013). Anonymous ha dirigido su atención a varios organismos públicos y privados por diferentes razones. Por ejemplo, obtuvieron acceso no autorizado a HBGary y divulgaron los correos electrónicos corporativos de la compañía (es decir, robaron y divulgaron los datos) después de que se revelara que la compañía los estaba investigando y planeaba revelar las identidades de ciertos miembros de Anonymous (Zetter, 2011). 

Algunas de las acciones de los hacktivistas han sido consideradas como una forma de «desobediencia civil... [es decir,] acciones que constituyen un delito intencional no violento contra el orden público» (Maras, 2016, pág. 379). En 2013, Anonymous solicitó, sin éxito, al Gobierno de los Estados Unidos que considerara los DDoS como una forma legal de protesta política y una forma de expresión protegida bajo la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos (Li, 2013). A pesar de sus esfuerzos por legalizar el hacktivismo, los hacktivistas han sido procesados por sus acciones. Los ejemplos en cuestión son miembros de Anonymous que han sido condenados y encarcelados por sus delitos cibernéticos (Laville, 2012; Sauter, 2014; Beyer, 2014). Sin embargo, estos enjuiciamientos no constituyen en absoluto la norma (Denning, 2015).

 
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