Este módulo es un recurso para los catedráticos 

 

Positivismo: Influencias ambientales

 

La perspectiva positivista de la criminología percibe las influencias internas o externas sobre las personas como la causa principal de la conducta delictiva. La mayor parte de los intentos por explicar el delito durante el último siglo ha examinado los factores sociales como causas. La suposición de estos esfuerzos es que las cambiantes condiciones sociales subyacentes reducirán o prevendrán la conducta delictiva (Akers, Sellers, Jennings, 2016; Matthew y Dulisse, 2014; Williams III y McShane, 2017).

Esta explicación, que se basa en estructuras de oportunidad, plantea que el delito resulta de una falta de acceso a medios legítimos (es decir, «oportunidad bloqueada») para alcanzar metas sociales (p. ej., tener un buen trabajo o alcanzar el éxito económico en general) (Cloward y Ohlin, 1960). Por lo tanto, algunos vecindarios en los extremos más pobres de las condiciones sociales y económicas ofrecen una mayor oportunidad para la actividad ilícita que otras.

Cuando los jóvenes apartan la legitimidad de las metas sociales aceptadas porque no cuentan con los medios para alcanzarlas (p. ej., oportunidades laborales inequitativas o incapacidad de obtener educación o formación avanzada), se desarrollan tres tipos de subculturas delictivas. Las tres subculturas son: criminal, conflictiva y de abandono. La subcultura criminal ocurre cuando estos jóvenes se asocian y son aceptados como delincuentes adultos. La subcultura conflictiva involucra pandillas violentas en las que el estatus se obtiene por medio de la intimidación y batallas por territorio. La subcultura de abandono se compone de aquellos que no tienen la oportunidad o las capacidades para ganar aceptación en las subculturas criminal o conflictiva; estos individuos pueden volverse desertores o toxicómanos.

La subcultura criminal tiene la conexión más clara con la delincuencia organizada. En estas situaciones, un joven se vuelve un aprendiz de delincuente que desarrolla relaciones con delincuentes de profesión y miembros de grupos de la delincuencia organizada. De acuerdo con esta teoría, la participación en un grupo delictivo organizado es, por lo tanto, impulsada por oportunidades de éxito bloqueadas en una sociedad legítima.

Oportunidad bloqueada y delincuencia

La oportunidad bloqueada no lleva directamente a una vida de delito porque también deben existir oportunidades para formar relaciones con la subcultura criminal, además de la destreza personal para ganar estatus en este entorno. Por lo tanto, se necesita una combinación de grupos etarios y valores comunes que acepten e incentiven a cometer delitos para que los jóvenes se vuelvan parte de la subcultura criminal adulta (Albanese, 2015).

Existen teorías sociológicas sobre el delito para explicar cómo una persona joven se vuelve un delincuente adulto. Cada una se enfoca en diferentes factores sociales que afectan a la persona. Estas teorías se enfocan en «tradiciones delictivas» que se encuentran en algunos vecindarios, «el aprendizaje» a través de otros de que el delito es aceptable, o «neutralizar» la culpa que sienten por su conducta delictiva racionalizándola (Matza, 1964; Shaw y McKay, 1960; Sutherland, 1939).

Por supuesto, otros factores pueden aumentar las oportunidades para la delincuencia organizada. Por ejemplo, el comercio mundial, la facilidad de movimiento alrededor del mundo, así como el avance tecnológico también crean nuevas oportunidades de explotación (un ejemplo es la explotación sexual en línea de niños) y la diversificación de actividades (p. ej., nuevas rutas para traficar migrantes, nuevas maneras de traficar y vender propiedad cultural o especímenes de flora y fauna silvestre y nuevas maneras de lavar dinero, además de métodos novedosos para falsificar productos médicos o producir productos y tecnologías de imitación). La teoría de la oportunidad que se describe anteriormente intenta brindar motivos específicos sobre por qué y cómo las personas proceden a aprovechar estas oportunidades cuando se les presentan.

Una limitación de las explicaciones positivistas de la delincuencia organizada es que se enfocan en las influencias externas (o sicológicas) de la conducta. A pesar de todas las influencias en la vida de una persona y de las oportunidades de cometer un delito, la persona aún tiene que tomar la decisión definitiva de violar la ley. Los vecindarios inseguros, el poco apoyo familiar y la presencia de grupos de delincuencia organizada dificultan que alguien se convierta en un adulto que obedece la ley; sin embargo, muchas personas que crecen en estos contextos lo son. Hay muchos factores que influencian la elección de las personas de cometer delitos, pero estas influencias no determinan la decisión de aprovechar oportunidades de formas delictivas. En conclusión, las explicaciones positivistas ilustran qué condiciones hacen del estilo de vida delictivo una elección fácil, pero no explican por qué tantas personas logran prosperar contra todo pronóstico y sus entornos.

 
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