Este módulo es un recurso para los catedráticos 

 

Tema dos: El impacto del delito, incluido el daño psicológico

 

Nota para los docentes

Este puede ser un tema difícil para los estudiantes que han experimentado un daño psicológico o que sufren de estrés postraumático. Se aconseja que los docentes expliquen al inicio de la sesión que los estudiantes pueden abandonar la clase si consideran que el contenido les causa estrés, y que no habrá consecuencias adversas por ello (por ejemplo, no se perderá la calificación). Los docentes deben extender una invitación a toda la clase para que los estudiantes se pongan en contacto con ellos inmediatamente después de la clase si desean conversar. También puede ser conveniente que los docentes preparen información básica sobre el acceso a los servicios de apoyo a las víctimas a nivel local, en caso de que los estudiantes deseen ponerse en contacto con este tipo de servicios. Esta información debe ponerse a disposición de los estudiantes de manera que se respete su privacidad (es decir, la información podría colocarse en un boletín de anuncios en línea o en tablones de anuncios en zonas comunes donde los estudiantes puedan registrar la información de manera discreta si así lo desean).

En algún punto de nuestras vidas, muchos de nosotros hemos sido víctimas de delitos graves o, al menos, cercanos a alguien que lo ha sido. Estos delitos pueden ir desde delitos menores, como el hurto de un bolso, hasta delitos graves como la agresión, el robo, la violencia sexual o incluso el asesinato. Es importante comprender que las reacciones pueden no ser necesariamente las mismas para todos, ni tampoco son siempre proporcionales a la gravedad del delito (como en la perspectiva del derecho penal). No existe una «manera correcta» de reaccionar al delito.

Después de un delito, las víctimas pueden sentirse enojadas, deprimidas, aisladas, temerosas, pueden experimentar sentimientos negativos o tener problemas para dormir. Pueden estar preocupadas por cuestiones muy prácticas como hacer una reclamación al seguro, recibir tratamiento médico o no poder ir a trabajar al día siguiente. El delito puede tener repercusiones emocionales y psicológicas, consecuencias físicas y puede causar pérdidas financieras o consecuencias sociales como tensión en el seno familiar.

Las características personales, las experiencias y las interacciones sociales de las víctimas repercuten en su habilidad para hacer frente a la victimización, en función de su vulnerabilidad y resiliencia. A su vez, esto influye en el tipo de apoyo que requiere una víctima (Wedlock y Tapley, 2016). Las necesidades de las víctimas también pueden variar según el tipo de delito que experimentaron. Por ejemplo, las víctimas de trata de personas que se encuentren en el extranjero y puedan necesitar cierta claridad con respecto a la duda jurídica y práctica de si pueden y deben permanecer en el país donde se encuentran en el momento en que se descubre el delito o si pueden regresar, o se verán obligadas a regresar, a su país de origen. Se puede encontrar más material sobre estos temas en la serie de módulos sobre la trata de personas y el tráfico de migrantes de E4J.

Las personas también pueden tener necesidades específicas que determinan el apoyo que requieren. Una víctima con discapacidad auditiva necesitará que se le proporcione información de una manera diferente y puede necesitar apoyo para comunicarse. Para comprender las repercusiones que un delito puede tener en una víctima es importante también considerar la situación personal y las circunstancias de la víctima. Es probable que una víctima que haya perdido recientemente a un miembro de su familia y esté de luto al momento del delito se vea más afectada que alguien que no haya tenido ninguna experiencia reciente que afecte su bienestar psicológico.

 

Comprender el daño psicológico y cómo puede afectar a las víctimas

Para comprender adecuadamente las necesidades de las víctimas puede ser útil comprender los efectos psicológicos adversos que conlleva el delito. Los acontecimientos negativos, entre ellos el ser víctima de un delito, pueden inducir una sensación de impotencia. Esto tiene el potencial de impactar negativamente en la autoestima y llevar al aislamiento. Cuando la experiencia de victimización constituye un daño psicológico, puede tener un efecto negativo en la salud mental y, en algunos casos, dar lugar a graves problemas de salud mental, como el trastorno de estrés postraumático (TEPT). Los efectos del daño psicológico pueden producirse inmediatamente después del delito o en una etapa posterior. Pueden sentirse durante un corto período de tiempo o tener el potencial de afectar a la víctima a largo plazo.

Las víctimas pueden experimentar los siguientes trastornos conductuales y emocionales:

  • Una sensación de miedo
  • Una sensación de pérdida del control
  • Una sensación de desamparo
  • Depresión
  • Ideas suicidas
  • Intento de suicidio o suicidio real
  • Autolesiones
  • Abuso de sustancias
  • Comportamientos de búsqueda de sensaciones

Todos estos son síntomas del TEPT, pero es importante señalar que las víctimas pueden experimentar uno o más de estos problemas, ya sea temporalmente o a largo plazo. Estos problemas no solo los sienten las víctimas que desarrollan el TEPT.

El daño psicológico puede ser causado por un solo hecho (intento de asesinato, agresión, robo) o por experiencias traumáticas repetidas (como la violencia doméstica, el abuso infantil, el secuestro, la extorsión o el acto repetido de violencia que experimentan los soldados en zonas de conflicto), lo que conduce al llamado trastorno de estrés postraumático crónico (Hermann, 1992).

Si hay una combinación de daños (por ejemplo, daños físicos además de los emocionales o económicos o materiales) después de la victimización, es probable que la víctima se vea afectada de manera más grave que si hubiese un solo factor. Las vulnerabilidades anteriores o continuas como las discapacidades físicas o mentales, los antecedentes de daño psicológico y la falta de apoyo hacen que una persona sea más susceptible a los daños psicológicos.

Sin embargo, también puede haber factores de protección que hagan que una persona sea menos propensa a desarrollar un daño psicológico, tanto en los aspectos individuales como en los contextuales. Entre esos factores de protección figura la resiliencia, es decir, la capacidad del individuo para resistir y hacer frente a un acontecimiento estresante negativo (Christiansen y Evans, 2005; Cicchetti y Rogosch, 1997). Es posible que las personas no sean conscientes de que poseen tales capacidades de afrontamiento hasta que se enfrentan a una experiencia traumática. Entre las estrategias constructivas de afrontamiento que tienen el potencial de mitigar el impacto del delito se incluyen:

  • Ser capaz de reconocer el propio sufrimiento y la necesidad de ayuda;
  • Ser capaz de pedir ayuda, y
  • Ser capaz de expresar el luto y el duelo.

Las víctimas, sus familiares, sus amigos y los profesionales que las atienden no deben obligar a la víctima a negar o suprimir sus reacciones ante el daño psicológico o la victimización; en cambio, alentar a las víctimas a expresar sus sentimientos es un mecanismo de apoyo positivo. Además, cuando sea necesario, se debe remitir a las víctimas a asistencia y apoyo profesionales, incluidas la asistencia médica y psicológica si fueran necesarias. Los profesionales que prestan esta asistencia deben, en la medida de lo posible, estar especializados en la atención informada de daños psicológicos.

En este contexto, es importante señalar que el daño psicológico y el TEPT pueden afectar la capacidad de las víctimas para comunicar sus experiencias. Es posible que las víctimas no recuerden los detalles del delito de la misma manera en que un observador objetivo lo haría. El cerebro puede haber bloqueado alguna parte de su recuerdo, mientras que otras partes están vívidas en sus mentes. Pueden contradecirse cuando se les interroga sobre los eventos debido a la pérdida de memoria o confusión traumática. Las víctimas pueden encontrarse en un estado de disociación que no les permite expresar plenamente sus necesidades o solo pueden hacerlo con cierto retraso. Es importante que los profesionales de la justicia penal y otras personas en contacto con las víctimas tengan presente estos factores cuando se comuniquen con las víctimas y las entrevisten, incluso durante los procedimientos penales. Los primeros en responder al delito deben recibir capacitación para reconocer las señales de daño psicológico y así evitar someter a las víctimas a una traumatización secundaria al hacerles contar sus historias cuando no estén preparadas. También deben estar preparados para remitir a las víctimas a servicios de apoyo especializados.

También es importante que, si bien las víctimas deben poder acceder al tratamiento cuando lo necesiten, no se les debe «patologizar». En cambio, es importante que se tome en serio a todas las víctimas y se las trate con respeto y dignidad.  

Síntomas de daño psicológico (adaptado de DSM V, 2015)

1) Hipervigilancia/hiperexcitabilidad

2) Intrusión

3) Síntomas de evasión/entumecimiento  

Hipervigilancia

  • Estado continuo de alerta
  • Implica alteraciones del sueño y de la concentración
  • Ansiedad, trastornos alimenticios, trastorno interpersonal

Intrusión

  • El temor constante a que el evento o las imágenes se repitan
  • El recuerdo traumático está presente de manera constante independientemente del estado de conciencia
  • No sigue las mismas reglas de los otros recuerdos
  • La percepción de que no existe un vínculo entre el evento traumático y la conciencia
  • La intrusión de distorsiones cognitivas no deseadas
  • La víctima puede tener pesadillas
  • Juego compulsivo (en niños)

Evasión

  • Incapacidad de reaccionar (autodefensa)
  • Tendencia a rendirse
  • La víctima no puede reaccionar porque está disociada psicológicamente
  • Incapacidad de realizar cualquier acción–«Sentí que no podía gritar ni moverme. Estaba inmovilizada, como si fuese una muñeca».
  • Como reacción al daño psicológico: aterrorizado, calmado (falso, sin dolor)
  • Desensibilizado (vista, comportamiento), trance
  • Uso de drogas o alcohol para permanecer inconsciente
  • Para recuperar el control, las víctimas traumatizadas restringen sus vidas «Estaba aterrorizada de ir a cualquier lugar... Me sentía demasiado vulnerable y no podía ir a ningún lado ... Me quedaba en casa» «Me corté todo el cabello» No quería atraer a nadie...»

 

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