Este módulo es un recurso para los catedráticos 

 

Cuestiones clave

 

La gente cree intuitivamente que el comportamiento ético es producto de creencias y características personales, pero cada vez hay más pruebas de que el contexto ejerce una influencia sorprendentemente poderosa sobre el comportamiento. Este módulo adopta un enfoque psicológico para comprender el comportamiento ético.  Aborda uno de los problemas más básicos de la ética: ¿por qué las personas éticas algunas veces actúan de manera antiética?  Para responder a esta pregunta es necesario comprender los procesos psicológicos fundamentales que pueden empujar a cualquier persona hacia la pendiente resbaladiza del comportamiento poco ético, destruyendo sus carreras y negocios y ocasionando humillaciones para las personas y las organizaciones.  Este módulo complementa otros de la  Serie de Módulos de Integridad y Ética de E4J, aunque ofrece una perspectiva diferente y funciona con diferentes premisas.

Antes que nada, es útil comprender el discurso que gira en torno al comportamiento ético.  Las ciencias del comportamiento han identificado por lo menos cuatro malentendidos comunes, o "mitos", sobre el comportamiento ético que pueden afectar o sesgar nuestra capacidad para gestionarlo de manera efectiva.  Al decir "mito" nos referimos a una creencia que tiene algún elemento de verdad, pero que suele ser exagerada o simplificada en exceso.  Estos cuatro mitos básicos sobre el comportamiento ético se pueden resumir de la siguiente manera:

  • Mito 1: Es una cuestión individual: existen personas buenas y personas malas
  • Mito 2: Es una cuestión de motivos
  • Mito 3: Es una cuestión de principios éticos
  • Mito 4: Cada persona es diferente

El primer mito es que el comportamiento ético es una propiedad de las personas, y por lo tanto hay personas buenas que actúan bien y personas malas que actúan mal.  Y, por supuesto, la idea es que es posible identificar a estas personas buenas y malas.  Pero en realidad la mayoría de la gente se comporta éticamente en algunas circunstancias y antiéticamente en otras.  El carácter ético no es tan estable como uno pensaría.

El segundo mito es que la intención rige al comportamiento: Los actos malos son regidos por malas intenciones, y los actos buenos son regidos por buenas intenciones.  Pero esto no toma en cuenta el poder del contexto.  Se pueden hacer cosas malas con buenas intenciones; esto se conoce como "ceguera ética".

El tercer mito es que es una cuestión de principios éticos: las acciones éticas se rigen por el razonamiento ético.  Pero la realidad es que tipicamente el razonamiento viene después de la acción para justificarla, explicarla o racionalizarla.

El cuarto mito es que cada persona es diferente, y que todo es relativo.  Pero la mayoría de las personas y las sociedades reconocen un fundamento moral básico del cual se derivan los antecedentes y el contexto inmediato, incluso en medio de las diferencias generadas por las experiencias individuales.

Las ciencias del comportamiento han mostrado que hay dos aspectos de la toma de decisiones que a menudo son pasados por alto: El primero está relacionado con la forma en que los individuos toman decisiones morales: los atajos psicológicos, las percepciones erróneas y las tentaciones suelen desviar las mejores intenciones. Comprender la dinámica y las trampas de las decisiones morales puede ayudar a orientar las decisiones hacia la ética. El segundo aspecto está relacionado con la manera en que la dinámica social afecta el comportamiento individual. La moral se ve influenciada por el contexto en el que se encuentra la persona, no solo por el tipo de personas que es, y esta influencia contextual es más poderosa de lo que la gente suele creer.  La ética no es solo una cuestión de elección moral individual, sino que está influenciada por nuestra sociedad, nuestros pares, nuestra familia, nuestros vecinos y nuestros colegas. Por lo tanto, se puede pensar en la ética como un problema de diseño, en el cual las interacciones sociales desempeñan un papel crítico. Al debatir estos temas, los ponentes pueden presentar los resultados de las encuestas previas a la clase 1 y 2 

que aparecen en la sección Ejercicios de este módulo, enfocándose en la superioridad moral (Klein y Epley, 2016) y los fundamentos morales (Graham, Haidt y Nosek, 2009). Esto implica que se debe tratar a la ética como un problema de diseño y no simplemente como un problema de creencias o de atitudes.

Los programas y políticas de cumplimiento actuales para combatir el comportamiento antiético suelen estar basados en la idea de que la gente suele aprovechar la oportunidad de cometer un acto indebido siempre que los beneficios hagan que valga la pena arriesgarse a las posibles consecuencias negativas.  En otras palabras, se asume que la gente sopesa la probabilidad de ser descubierta y las consiguientes sanciones que recibiría contra los beneficios indebidos que podrían obtener a través del acto u omisión.  Las implicaciones de esa perspectiva en cuestión de políticas públicas por lo general implican un grado elevado de monitoreo y de aplicación de las reglas. Sin embargo, en la realidad no siempre funcionan las políticas tan estrictas, especialmente en un contexto en el que el comportamiento antiético se ha convertido en la norma y, por lo tanto, existe una brecha colectiva en la que los llamados al comportamiento moral entran por un oído y salen por el otro.

Convertir los principios éticos en una práctica implica dos pasos básicos. El primero es comprender la dinámica interna de la toma de elecciónes morales y el segundo es crear normas que orienten la acción ética. La elección moral es un proceso dinámico. Hay evidencia que señala que la gente equilibra sus elecciones morales comparando continuamente su autopercepción moral actual con su propio punto de referencia moral. El punto de referencia moral representa el nivel de integridad que la gente considera como moralmente aceptable para sí misma. Si consideran que su propia acción se desvía demasiado de su punto de referencia personal, la contrarrestan. A esto se le llama 'equilibrio moral'.  Este proceso de equilibrio moral a menudo es inconsciente.  A la gente no le gusta enfrentarse a su propio comportamiento antiético.  Entonces pueden aplicar justificaciones para hacer que la disonancia entre sus estándares morales y su comportamiento real parezca menos grave. Cuando reconocen la disonancia, suelen sentirse mal por su comportamiento, lo cual deriva en un deseo de compensar o "equilibrar".

Otro asunto relacionado es la "falta de conciencia ética": los principios solo guían la conducta cuando pensamos en ellos, y la gente podría no pensar en los principios al enfrentarse a un dilema ético.  Para ejemplificar estos puntos, el ponente puede analizar la demostración del asesor de inversiones (Zhang et al, 2015) como un ejemplo de la falta de conciencia ética (ver la encuesta previa a la clase 3). En la sección de Ejercicios de este módulo). Esta demostración muestra cómo la gente puede obviar un objetivo ético (recomendar una empresa ética para invertir) si se enfocan en otro objetivo (en este caso, maximizar el beneficio financiero).  Sin embargo, esta demostración requiere que se entienda un poco como operan los sistemas financieros, los fondos mutuos y los asesores de inversiones (la encuesta previa a la clase ofrece información adicional para aclarar los conceptos).  Si los alumnos no conocen estos conceptos, se puede omitir esta demostración.  En su lugar, los ponentes pueden analizar ejemplos similares de casos en los que las personas pasan por alto principios éticos en pos de otro objetivo, como ayudar a un amigo a conseguir un trabajo con trampa o aceptar sobornos para beneficiarse a corto plazo aunque a la larga esto implique un costo para otros.

Las políticas pueden afectar la dinámica interna de la toma de decisiones morales y alentar a las personas a seguir su brújula moral, así como verse "recompensados éticamente" todo el tiempo por:

  • Elevar el punto de referencia moral motivando a la gente a comparar sus propias acciones con estándares internos más elevados. Definir claramente las expectativas éticas y enfatizar la confianza que la organización (y/o el público) ha depositado en ellas para ayudar a elevar el punto de referencia moral.  La información desmotivante, la vigilancia y la desconfianza pueden a su vez bajar el nivel del punto de referencia moral con el que la persona evalúa su propio comportamiento.
  • Enfatizar el punto de referencia moral. Aun las personas que tienen estándares morales internos muy altos a veces no los siguen.  Si esto sucede, surge una disonancia entre el comportamiento (considerado) y el punto de referencia moral.  Abordar la moral personal de la gente y alentarla a reflexionar sobre las consecuencias éticas de sus acciones puede motivar mejores decisiones éticas.

El segundo paso para mejorar las prácticas éticas es comprender el contexto en el que se toman las decisiones. Por lo general las decisiones morales no se toman de forma aislada.  De hecho, la mayoría de las decisiones humanas suelen estar motivadas por motivos sociales como la lealtad, el desarrollo de la confianza, la devolución de favores o ayudar a alguien a salir de una situación complicada.  Las personas toman decisiones en beneficio propio, pero también se preocupan por lo que piensen o hagan los demás.  Los motivos sociales pueden operar a favor o en contra de las decisiones éticas.  Por lo general, el que toma las decisiones se preocupa por las opiniones de los observadores externos: La gente prefiere actuar de forma egoísta, pero al mismo tiempo le gusta dar la impresión a los demás de que es una persona moral (Batson et al., 1999). Los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas podrían reducir las conductas antiéticas. La percepción de que el comportamiento de uno es visible y que tal vez está siendo observado introduce un elemento de responsabilidad que hace que sea más difícil a justificar, porque los posibles observadores podrían detectar fácilmente las excusas. 

La transparencia también podría crear un efecto de 'multiplicador social' si impulsa el diálogo.   Por ejemplo, un comité cuyo trabajo pueda ser observado por el público  que ocasionalmente recibe comentarios o quejas de los ciudadanos, probablemente se sentiría más responsable ante el público.  El recordatorio regular para sus miembros de que sus decisiones afectan a los ciudadanos reduce la distancia percibida entre la acción y el daño, y por lo tanto, limita el margen de maniobra moral. 

La "reciprocidad" juega un papel clave en la mayoría de las interacciones sociales y también es parte importante de muchas prácticas corruptas.  La reciprocidad puede operar como motivación o excusa para participar en la corrupción o en conductas antiéticas.  Esconderse detrás de las buenas intenciones puede disuadir a las personas de admitir las implicaciones morales reales para ellos mismos o para los demás de la mala conducta.  Entre los patrones comunes de justificación están:

  • Altruismo egoísta: Cuando alguien más también se beneficia de la mala acción, se usa el interés de la otra persona en lugar del interés propio para justificarla.  Por ejemplo, ayudar a un amigo a conseguir un trabajo le quita peso al acto corrupto, en este caso, de nepotismo (Ayal, Gino, Barkan y Ariely, 2015).
  • Lógica de Robin Hood: Se justifica el causar un daño a una entidad más fuerte/poderosa/más rica con base en una preferencia por la igualdad.
  • Dilución de la responsabilidad: Cuando varias personas incurren en mala conducta, se reducen las posibilidades de que una persona se pronuncie en contra de ella.  Cada individuo siente menos responsabilidad por la acción y no quiere limitar la libertad de elección de los demás o indicar su desconfianza (Moore y Gino, 2013).

La evidencia de investigaciones recientes sobre la ética conductual confirma la relevancia de las normas y las identidades sociales para las decisiones morales.  Si una persona miente o hace trampa sin enfrentar consecuencias, este comportamiento podría propagarse entre sus amigos o colegas (Gino y Bazerman, 2009). En particular, las divergencias graduales de un comportamiento ético tienden a ser más aceptadas por los demás, creando una pendiente resbaladiza hacia la deshonestidad generalizada (Gino y Bazerman, 2009). Un factor clave en la creación y el fortalecimiento de las normas de comportamiento es la identidad social (Akerlof y Kranton, 2011), que se define como el papel que los individuos se asignan a sí mismos en un grupo y al grupo en la sociedad.  Por eso es importante establecer una identidad ética en las organizaciones. Se puede usar un código de ética para hacer énfasis en el comportamiento ético como una norma social. 

En resumen, el comportamiento ético puede verse afectado si cambia el contexto en el que las personas deben tomar decisiones y actuar: podemos diseñar contextos que ayuden a las personas a evitar riesgos éticos, que hagan que la gente mantenga la ética en su mente y que motiven conductas éticas. Los principios clave del diseño del comportamiento son:

  • Hacer que el comportamiento deseado sea sencillo (eliminar las barreras que hacen que las acciones éticas sean más difíciles de lo que podrian ser sin esas barreras)
  • Proteger a miembros de una organizacion de riesgo (es fácil subestimar los riesgos éticos)
  • Diseñar para mejorar (ningún sistema es perfecto, y uno no debe dejar que la perfección se convierta en enemiga de la mejora) 

Una nota final es que demasiados debates sobre la ética se enfocan en el comportamiento antiético, y no en ejemplos positivos de conducta ética.  Un componente importante del diseño de una organización o sociedad más ética es identificar organizaciones o sociedades que parecen tener cierto éxito desde el punto de vista etico. Se puede encontrar una reseña general de las buenas prácticas en el diseño de organizaciones éticas públicas y privadas en otros módulos de esta serie, en particular, el módulo 11 (Integridad y ética empresarial), el módulo 13 (Integridad y ética pública) y el módulo 14 (Ética profesional). Dada la importancia de los ejemplos positivos, este módulo incluye un ejercicio en el que los alumnos eligen y analizan su propio caso de estudio de un de una organización o sociedad loable desde el punto de vista ético (ver el caso de estudio en la sección de Ejercicios). También se invita a los ponentes a analizar ejemplos concretos de organizaciones que diseñan sistemas más éticos en las prácticas cotidianas de contratación, ascenso, remuneración y supervisión.  El módulo también incluye encuestas que los alumnos pueden responder antes de la clase (ver la sección de Ejercicios), y que el ponente podría analizar durante la clase para ejemplificar conceptos importantes en el campo de la ética conductual.

 

Referencias

  • Akerlof, George A. and Rachel E. Kranton (2011). Identity Economics: How Our Identities Shape Our Work, Wages, and Well-Being. Princeton, NJ: Princeton University Press.
  • Ayal, Shahar, Francesca Gino, Rachel Barkan and Dan Ariely (2015). Three Principles to REVISE People's Unethical Behaviour. Perspectives on Psychological Science, vol. 10, pp. 738-741.
  • Batson, Daniel, Elizabeth Thompson, Greg Seuferling, Heather Whitney and Jon A. Strongman (1999). Moral hypocrisy: Appearing moral to oneself without being so. Journal of Personality and Social Psychology, vol. 77, pp. 525-537.
  • Graham, Jesse, Jonathan Haidt and Brian A. Nosek (2009). Liberals and conservatives rely on different sets of moral foundations. Journal of Personality and Social Psychology, vol. 96, pp.1029-1046.
  • Klein, Nadav and Nicholas Epley (2016). Maybe holier, but definitely less evil, than you: Bounded self-righteousness in social judgment. Journal of Personality and Social Psychology, vol.110, pp.660-674.
  • Moore, Celia and Francesca Gino (2013). Ethically adrift: How others pull our moral compass from true North, and how we can fix it. Research in Organizational Behaviour, vol. 33, pp. 53-77.
  • OECD (2018), Behavioural Insights for Public Integrity: Harnessing the Human Factor to Counter Corruption , OECD Public Governance Reviews, OECD Publishing, Paris.
  • Zhang, Ting, Pinar O. Fletcher, Francesca Gino and Max H. Bazerman (2015). Reducing bounded ethicality: How to help individuals notice and avoid unethical behaviour. Organizational Dynamics, vol. 44, No. 4, pp. 310-317.
 
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