Este módulo es un recurso para los catedráticos 

 

Trata de personas y terrorismo

 

Hechos clave

La trata de personas es un problema mundial que preocupa a tolos los países del mundo, ya sea como país de origen, de tránsito o de destino de la trata. Aunque es difícil establecer el número exacto de víctimas debido a la naturaleza oculta de este delito, la UNODC ha recopilado datos de las víctimas de la trata de personas desde 2003, año en el que el Protocolo contra la trata de personas de las Naciones Unidas entró en vigencia. En este periodo, la UNODC ha recolectado información de 225 000 víctimas de trata detectadas a nivel mundial. En 2016, se registró un pico de más de 24 000 víctimas detectadas (UNODC (b), 2018).

La trata con fines de explotación sexual y trabajo forzoso son las formas más detectadas, pero las víctimas de trata pueden ser explotadas en otras formas. Las víctimas de trata pueden ser usadas como mendigos, en matrimonios forzados o falsos, en fraudes, en la producción de pornografía o en la extracción de órganos. La gran mayoría de víctimas de trata detectadas destinadas a la explotación sexual (la forma de trata detectada más común) son mujeres, mientras que más de la mitad de víctimas de trata destinadas al trabajo forzoso son hombres (UNODC (b), 2018).

Las cifras de 2019 muestran que la trata de personas es un negocio lucrativo para los grupos armados en todo el mundo (UNCTED, 2019). Sin embargo, hay muy poca evidencia de que estos grupos armados se involucren directamente en actividades terroristas transnacionales. A menudo, por ejemplo, las rutas de tráfico y trata están sujetas al pago de impuestos a grupos armados locales o regionales, de los que no se cuenta con mucha evidencia que respalde algún tipo de apoyo o afiliación con grupos terroristas (UNCTED, 2019). Al mismo tiempo, no hay duda de que los terroristas llevan a cabo actos de violencia asociados con la trata de personas de manera sistemática para alcanzar objetivos estratégicos. Los grupos terroristas han utilizado secuestros, violaciones, esclavitud sexual, esclavitud y otros actos similares para subyugar poblaciones y fomentar su ideología (UNCTED, 2019).

Cuadro de ejemplo: EIIS/EIIL, Boko Haram y Al Shabab

Las recientes acciones del Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS), o Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), también conocido como Dáesh, y Boko Haram (Jama’atu Ahlis Sunna Lidda’awati Wal-Jahad) en Nigeria han llamado la atención al crecimiento de un nexo entre terrorismo y trata de personas (consulte, p. ej.,UNSC 2331 (2016), 2388 (2017) y declaraciones del Secretario General de la ONU 2017). Los grupos terroristas se involucran en la trata de personas por tres razones: fondos, miedo y reclutamiento (Welch, 2017). 

Se ha documentado que Boko Haram (Nigeria) y Al Shabab (Somalia) trafican niños para que sean soldados o combatientes o para que lleven a cabo atentados suicidas. Recientemente, el EIIL justificó el hecho de que esclavizan a las mujeres «como un acto de protección» (Otten, 2017). Se ha informado también que el EIIL ha creado un mercado que aterroriza a las mujeres y genera una ganancia lucrativa para el grupo. Las mujeres víctimas de trata en el mercado del EIIL son denominadas «sabaya», es decir, esclavas, y son fotografiadas por comerciantes al por mayor para ofertarlas a posibles compradores. (Callimachi, 2015).

Las vinculaciones directas entre estas organizaciones terroristas, de un lado, y los grupos que se dedican a la trata de personas, por el otro, siguen siendo inciertas. Hay, en realidad, cierta evidencia que indica que las ganancias de los grupos dedicados al tráfico y a la trata de personas pueden sufrir debido a las conexiones con organizaciones dedicadas a la migración irregular y organizaciones terroristas. Por ejemplo, en la ciudad costera de Sabratha en Libia, donde se estableció EIIL en el país, los traficantes consideraban a este grupo como una amenaza para su modelo de negocio y, supuestamente, financiaron la lucha contra EIIL en el 2015 (UNCTED, 2019).

 

Estudio de caso: EIIS/EIIL y la trata de mujeres yazidíes

Los yazidíes de Irak practican una religión oral politeísta y han sufrido de discriminación por mucho tiempo. A pesar de ser una minoría (500 000 de los 37 millones de personas en Irak), los yazidíes han despertado la ira del EIIS que se ha establecido el objetivo de exterminarlos. El 3 de agosto de 2014, el EIIS atacó el distrito de Sinjar, hogar de aproximadamente 300 000 personas. Como parte de su ataque, el EIIS llevó a cabo el secuestro masivo de mujeres y niñas mayores de ocho años (Otten, 2017). Ejecutaron o dejaron morir a miles de yazidíes y un estimado de 6 383 yazidíes, en su mayoría mujeres y niñas, fueron esclavizadas y transportadas a las prisiones del EIIS, a campos de entrenamiento militar y a las casas de combatientes en Siria e Irak. Según Cathy Otten, para mediados de 2016, 2 590 mujeres y niñas habían escapado o fueron contrabandeadas fuera del EIIS. En 2015, Rukmini Callimachi estimó que alrededor de 3 200 yazidíes todavía estaban desaparecidas. 

Después de esclavizarlas, el EIIS vendió a estas mujeres en mercados electrónicamente mediante aplicaciones de mensajería y en prisiones. Los miembros y combatientes del EIIS también suministraron mujeres y niñas a intermediarios para que las vendan a agentes locales. Otten informa de la publicación de un video a finales de 2014 en el que se muestra a hombres jóvenes con barba sentados en una sala, vistiendo chalecos para municiones y bromeando entre ellos sobre la compra de una mujer.

- «Hoy es el día de la distribución, si Dios quiere».

- «Puedes vender a tu esclava o regalarla [...] Puedes hacer lo que quieras con tu parte». 

Sareta Ashraph explica que el EIIS usa la esclavitud como una manera de convertir mujeres impías al islam (Ashraph, 2017). Callimachi informa que la esclavitud y la violación de niñas jóvenes a manos de combatientes islamistas están justificadas por ser «ibadah», es decir, adoración. Una niña yazidí de 15 años cuenta su experiencia, «él me dijo que violarme es su oración a Dios. Yo le dije, «lo que me estás haciendo está mal y no te acercará a Dios». Y me respondió, «No, está permitido. Es halal» (Callimachi, 2015). 

El uso institucional de la violación (esclavitud sexual) como una forma de adoración es un hecho relativamente nuevo en la práctica del EIIS. Mia Bloom explica que es una herramienta útil para el reclutamiento, puesto que la violación como una forma de adoración es una solución perfecta a la denominada «crisis de matrimonios» (Bloom, 2015). El matrimonio es una empresa costosa que más del 50 % de hombres jóvenes entre 25 y 29 años no pueden pagar, por ende, permanecen solteros (Otten, 2017). Es así como unirse al EIIS les brinda una oportunidad de «casarse» y tener acceso a mujeres. Además de la justificación teológica de la esclavitud y violación de mujeres y niñas, el EIIS las utiliza como «recompensa por llevar a cabo servicios a la comunidad, por tanto, las esclavas se presentan como compensación a los combatientes». En 2014, el EIIS publicó un artículo titulado «El resurgimiento de la esclavitud antes de la hora» en su revista en inglés, Dabiq. El EIIS sorprendió a muchos de sus simpatizantes al hacer pública su intención de institucionalizar la esclavitud y la violación. Para abordar estas preocupaciones, el EIIS publicó una colección de mejores prácticas, en las que se incluían reglas sobre cómo los propietarios de una esclava/bien tenían permitido venderlas a otros compradores. También permite que los propietarios concedan libertad a sus esclavas, lo que les otorgaría una recompensa celestial. El manual explica que el sexo (la violación) con una mujer cristiana o judía capturada en batalla está permitido y también aprueba de manera explícita la violación infantil: «Está permitido copular con una esclava que no haya alcanzado la pubertad, si se encuentra apta para mantener relaciones». Al parecer solo está prohibido tener sexo (violar) con esclavas embarazadas. 

Nadia Murad Basee Taha, sobreviviente de la trata a manos del EIIS y Embajadora de Buena Voluntad de la UNODC desde 2016, se ha reunido con distintos jefes de Estado y líderes mundiales para que tomen conciencia acerca de la situación de las víctimas de trata yazidíes. En 2018, fue ganadora, junto al físico congoleño Denis Mukwege, del Premio Nobel de la Paz. La permanente esclavitud de las mujeres y niñas yazidíes señala el involucramiento continuo del EIIS en la trata de personas con el propósito de incitar el miedo, generar ganancias y mantener su número de miembros.

 
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