Este módulo es un recurso para los catedráticos 

 

Temas principales

 

Términos clave

Los dos principios fundamentales que rigen todo uso de la fuerza de acuerdo con las normas de la aplicación del derecho internacional son la necesidad y la proporcionalidad. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley deben cumplir con los dos principios. Si no se respeta cualquiera de ellos, significa que han violado los derechos humanos de las víctimas. El principio de necesidad sostiene que toda fuerza usada en la aplicación de la ley no debe ser más de la mínima necesaria siempre que se tenga como objetivo la aplicación legítima de la ley. Por otro lado, el principio de proporcionalidad se refiere a que el uso de la fuerza debe ser proporcional a la amenaza, lo que establece el límite de lo legal. En las últimas décadas ha surgido un tercer principio general para la aplicación de la ley: el principio de precaución. Este requiere que los Estados aseguren que la planificación y la ejecución de las operaciones de aplicación de la ley reduzcan el riesgo de daño.

 

Introducción

A principios del siglo XX, Max Weber afirmó, como es bien conocido, que el Estado es una entidad que reclama el «monopolio del uso legítimo de la fuerza física dentro de un territorio determinado» (Weber, 1918). Si bien esa afirmación es debatible, dado el derecho de los ciudadanos a usar la fuerza en ciertas circunstancias, es correcto decir que se le otorga un rol principal a los organismos que aplican la ley.

El uso de la fuerza por parte de la Policía ha sido desde hace tiempo un tema de interés para los expertos. De hecho, un criminalista contemporáneo reconoce que la «vieja historia sobre el debate del rol de la Policía ha sido si la Policía puede ser considerada como una fuerza, con la función principal de aplicar el derecho, o como un servicio, calmando un mar de problemas sociales» (Reiner, 2010, pág. 141). Tres décadas antes, Bittner había argumentado que no era un caso de «cualquiera de las dos cosas»: la Policía «puede estar obligada a hacer el trabajo de los caza-ladrones o las enfermeras, dependiendo de la ocasión» (Bittner, 1980). Sin embargo, las investigaciones mundiales en los últimos años indican que «mantener la paz» es la principal función de la Policía, «incluso en sociedades donde la Policía está armada de forma rutinaria» (Newburn, 2013, pág. 617):

 
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